No, no necesitas tener abogado/a ni haber empezado ningún proceso judicial, pero sí es recomendable que hayas recibido un asesoramiento legal antes de contactarme. Esto se debe a que el trabajo pericial y legal van paralelos, según qué objetivos legales se vayan a perseguir va a ser necesario un tipo de informe u otro.

1. Tras la primera llamada de teléfono valoraré qué servicio se ajusta mejor a tu caso y diseñaré un presupuesto adaptado.
2. Te enviaré un contrato, si decides empezar con el informe será necesario pagar una parte por adelantado.
3. Como norma general, harán falta dos evaluaciones psicológicas de 3-4 horas cada una.
4. Cuando lo termine tendremos una sesión en la que te explicaré el informe en profundidad y responderé a tus dudas.
5. Una vez haya fecha para el juicio, iré al juzgado a explicar mi informe y a responder a las preguntas que me hagan (ratificar).

Si en cualquier momento considero que el informe puede ir en contra de tus intereses, te avisaré de ello para que tomes la decisión que valores oportuna. Si eliges no seguir con el informe, te cobraré únicamente por el trabajo realizado hasta ese momento.

Cada equipo, público o privado, tenemos nuestras fortalezas y debilidades. Por ejemplo, para un informe de familia o de abuso sexual infantil los equipos públicos tienen más capacidad de llegar a todas las partes implicadas y evaluar a los menores sin pasar por unos trámites que sí tenemos que realizar los peritos privados.

Por otro lado, los informes privados tenemos más flexibilidad, lo que en informes periciales de daño psicológico nos permite profundizar en el daño y acompañar a la víctima a niveles que no están al alcance de los equipos públicos. En estos casos, hacer una inversión económica lleva a una indemnización que multiplica por mucho esa inversión y tiene un efecto reparador, lo que acaba resultando mucho más rentable que no hacer la inversión y recibir una compensación pequeña a nivel económico y emocional.

Muchas veces se asocian estas dos ideas cuando en realidad no tienen nada que ver. El contrainforme es una herramienta que tenemos en psicología forense para garantizar que nuestro trabajo se hace con las máximas garantías y que está totalmente aceptada por la comunidad científica. Además está amparado a nivel legal en el artículo 347 de la Ley de Enjuiciamiento Civil (“crítica del dictamen de que se trate por el perito de la parte contraria”).

Lo que está perseguido, y con razón, son los documentos que critican a una persona o desvalorizan su trabajo. Pero eso no es un contrainforme. Un contrainforme es un análisis de un informe concreto que detecta desde un punto de vista experto, si los hay, los errores técnicos y metodológicos de ese informe.

Como cliente, no es necesario que escojas entre un servicio u otro, si no que seré yo quien te ofrezca las distintas posibilidades que mejor se ajustan a tus necesidades. De todas formas, en este sentido yo distingo entre 3 tipos de casos:

1. Casos que necesitan un informe pericial psicológico y no es posible realizar una mediación. En esta categoría encajarían por ejemplo los casos de violencia de género.

 2. Casos que cambian según el momento en el que se encuentren, lo que es más habitual en situaciones de acoso laboral. Si se ha identificado pronto y se han tomado medidas desde la empresa, la mediación puede suponer una solución satisfactoria mucho más rápida. Si lleva sucediendo mucho tiempo y las medidas no han sido efectivas, se va a necesitar un informe pericial psicológico.

 3. Casos en los que un informe pericial psicológico no es rentable y la mediación puede dar una solución. Sucede sobre todo en evaluaciones de custodia, al implicar a dos personas en conflicto es habitual que una u otra sienta que el informe es desfavorable y recurra la sentencia que se base en ese informe o busque la oportunidad de solicitar nuevas medidas judiciales. En estos casos, por mucho que se haga un informe pericial de gran calidad, su valor práctico se acaba perdiendo.